Después de una larga deliberación, amenizada por odaliscas danzando y sirviendo hidromiel, los dioses han decidido ampliar su radio de acción. Consideran que la literatura en prosa y verso no alcanzan para generar las dádivas de sus seguidores, por eso incluirán los artículos periodísticos, relatos, crónicas y demás muestras de su elocuencia y poder creativo. Bienvenidos a la remodelación, sigan y deleitense con las creaciones de sus dioses.

jueves, 3 de marzo de 2011

LA HISTORIA DE COLOMBIA ESTÁ ESCRITA CON SANGRE

“La historia de Colombia está escrita con sangre”, le escuché decir una vez a Sergio Fajardo mientras estaba de campaña presidencial. Al principio creí que era un poco fatalista, que esta nación de gloria inmarcesible y júbilo inmortal no podía estar enmarcada por ríos de sangre y guerras fratricidas. Al finalizar el conversatorio, me levanté de la butaca y salí del auditorio con una desazón en el pecho, como a quien le dicen algo que ya sabía en lo más profundo de su ser, y no es sino hasta que otra persona lo dice que caemos en cuenta, se nos despierta esa bestia dormida que llevábamos dentro, arañándonos el estómago con sus certezas.

Pensándolo bien, con más calma, después de haber meditado, Colombia, desde la llegada de los españoles, nunca ha conocido la paz. Tal vez por eso es que nunca la encontramos en nuestra búsqueda incesante, ¿Cómo encontrar algo que nunca hemos perdido, que no conocemos, que no sabemos cómo es? Sería bueno que alguna madre colombiana lanzara esa frase lapidaria: “No busques lo que no se te ha perdido”.

El error en Latinoamérica es que hemos tenido que vivir en 500 años lo que Europa vivió en 2000, que todas nuestras instituciones estatales son importadas, la democracia, los partidos políticos, las ideologías, todo viene de la civilización europea con escala en Norte América. No digo que sea malo, pero es importante que al tomar prestado algo, lo sepamos adaptar a la realidad social, económica, política y cultural que se vive en Colombia,

El daño ya está hecho, debemos seguir recorriendo el camino que nos vimos forzados a tomar, sólo queda esperar que en algún momento de la evolución histórica podamos nivelarnos y estar en igualdad de condiciones con las grandes potencias. Tal vez en esa nivelación podamos encontrar lo que no se nos ha perdido, pero esta vez sin los efectos premonitorios nocivos, sino la paz que no conocemos, pero que ansiamos disfrutar de un vez por todas, para cambiar la tinta con la que se ha escrito la historia de Colombia hasta ahora.

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